sinfonia-de-versos:«Nada hay en el mundo, ni hombre, ni diablo, ni cosa alguna que sea para mí tan sospechoso como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra cosa».—El nombre de la rosa, Umberto Eco
sinfonia-de-versos:«Nada hay en el mundo, ni hombre, ni diablo, ni cosa alguna que sea para mí tan sospechoso como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra cosa».—El nombre de la rosa, Umberto Eco
sinfonia-de-versos:«Nada hay en el mundo, ni hombre, ni diablo, ni cosa alguna que sea para mí tan sospechoso como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra cosa».—El nombre de la rosa, Umberto Eco
sinfonia-de-versos:«Nada hay en el mundo, ni hombre, ni diablo, ni cosa alguna que sea para mí tan sospechoso como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra cosa».—El nombre de la rosa, Umberto Eco
sinfonia-de-versos:«Nada hay en el mundo, ni hombre, ni diablo, ni cosa alguna que sea para mí tan sospechoso como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra cosa».—El nombre de la rosa, Umberto Eco
sinfonia-de-versos:«Nada hay en el mundo, ni hombre, ni diablo, ni cosa alguna que sea para mí tan sospechoso como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra cosa».—El nombre de la rosa, Umberto Eco
sinfonia-de-versos:«Nada hay en el mundo, ni hombre, ni diablo, ni cosa alguna que sea para mí tan sospechoso como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra cosa».—El nombre de la rosa, Umberto Eco
sinfonia-de-versos:«Nada hay en el mundo, ni hombre, ni diablo, ni cosa alguna que sea para mí tan sospechoso como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra cosa».—El nombre de la rosa, Umberto Eco
sinfonia-de-versos:«Nada hay en el mundo, ni hombre, ni diablo, ni cosa alguna que sea para mí tan sospechoso como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra cosa».—El nombre de la rosa, Umberto Eco
sinfonia-de-versos:«Nada hay en el mundo, ni hombre, ni diablo, ni cosa alguna que sea para mí tan sospechoso como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra cosa».—El nombre de la rosa, Umberto Eco
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