Un día estaba hablando con mi bis abuelita de lo desepcionada que estaba de una amiga que me había traicionado, ella me dijo muy sabiamente: Hija, en la vida no hay que confiar ni en los propios dientes, porque te distraes y te muerden la lengua.
Un día estaba hablando con mi bis abuelita de lo desepcionada que estaba de una amiga que me había traicionado, ella me dijo muy sabiamente: Hija, en la vida no hay que confiar ni en los propios dientes, porque te distraes y te muerden la lengua.
Un día estaba hablando con mi bis abuelita de lo desepcionada que estaba de una amiga que me había traicionado, ella me dijo muy sabiamente: Hija, en la vida no hay que confiar ni en los propios dientes, porque te distraes y te muerden la lengua.
Un día estaba hablando con mi bis abuelita de lo desepcionada que estaba de una amiga que me había traicionado, ella me dijo muy sabiamente: Hija, en la vida no hay que confiar ni en los propios dientes, porque te distraes y te muerden la lengua.
Un día estaba hablando con mi bis abuelita de lo desepcionada que estaba de una amiga que me había traicionado, ella me dijo muy sabiamente: Hija, en la vida no hay que confiar ni en los propios dientes, porque te distraes y te muerden la lengua.
Un día estaba hablando con mi bis abuelita de lo desepcionada que estaba de una amiga que me había traicionado, ella me dijo muy sabiamente: Hija, en la vida no hay que confiar ni en los propios dientes, porque te distraes y te muerden la lengua.
Un día estaba hablando con mi bis abuelita de lo desepcionada que estaba de una amiga que me había traicionado, ella me dijo muy sabiamente: Hija, en la vida no hay que confiar ni en los propios dientes, porque te distraes y te muerden la lengua.
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